La enfermedad boca-mano-pie (HFMD por sus siglas en inglés) es una infección viral leve y contagiosa frecuente en niños pequeños. Puede aparecer en cualquier momento del año, pero la época más habitual es en verano y principios del otoño.
Esta enfermedad se caracteriza por la aparición de llagas en la boca y erupciones cutáneas en manos y pies y está causada causada por varios virus diferentes, aunque el más común es el virus Coxsackie A 16, un miembro de la familia de los enterovirus. Aunque puede contraerse a cualquier edad es más habitual entre los 12 meses y los 10 años, ya que a estas edades los niños aún no cuentan con inmunidad frente a los virus que originan la enfermedad.
La enfermedad boca-mano-pie se enmarca dentro de las llamadas enfermedades exantemáticas, aquellas que producen “manchitas en la piel”. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la fiebre, dolor de garganta y de cabeza, llagas en la boca y sarpullido en manos y pies.
Además, pueden aparecer otros síntomas como catarro de las vías altas, pérdida del apetito, erupción de ampollas pequeñas en las manos, los pies y la zona del pañal, así como ulceraciones y llagas en la garganta, boca y lengua.
Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas, lo más recomendable es acudir a un especialista para que realice el diagnóstico y determine el tratamiento a seguir. Por lo general, se receta paracetamol para paliar los síntomas de la fiebre y del malestar.
Además, suele ser recomendable que el paciente beba mucha agua para evitar su deshidratación. También se aconseja seguir una dieta blanda, evitando productos ácidos, como el zumo de naranja, y apostando por alimentos templados y fríos para evitar una mayor molestia de las llagas.
En la mayoría de los casos, los síntomas pueden durar entre una y dos semanas.
Lo ideal es que el pequeño evite ir al colegio durante la primera semana, ya que estará cansado, sentirá molestias y necesitará cuidados constantes.
Además, durante esta primera semana la enfermedad es más contagiosa, aunque el virus se puede propagar hasta varias semanas después de que desaparezcan los síntomas.
Para reducir el riesgo de contagio es clave la higiene: