El pediatra Alfonso Carmona (Andújar, 1950) ha trabajado durante más de treinta y cinco años en la sanidad pública y preside desde hace año y medio el Real Colegio Oficial de Médicos de Sevilla. El fundador y director de Grupo IHP, en el que trabajan cuatrocientos profesionales, de los cuales trescientos son médicos, participa desde hace quince años en diversas campañas de salud en Costa de Marfil que han permitido vacunar a más de seiscientos cincuenta mil niños africanos.
Falsear datos de vacunas me parece un acto delictivo. ¿Dónde está el dinero de esas vacunas? Por otra parte, no me cabe en la cabeza cómo han podido llegar a este extremo de manipulación de datos porque cada vacuna lleva su fecha de fabricación, lote, fecha de caducidad y el tipo que es. Las vacunas de la gripe, además, se emplean en un año o se tienen que destruir. Si compras diez millones de vacunas de la gripe a dos euros y no las pones, y para justificar un gasto dice que las has puesto. En mi cabeza no entra esa manera de robar. Hay que ser muy listo, o muy torpe, para en un medicamento de aplicación individual que hay que justificar, falseas la epidemiología o la cepa. Me parece una barbaridad en toda regla, un robo económico y social y sanitario.
Usted lleva muchos años yendo a África a vacunar niños contra diversas enfermedades.
Creo que todos los médicos llevan un cooperador dentro. Hace 15 años el cónsul de Costa de Marfil me preguntó si quería dirigir una campaña de vacunación infantil en ese país africano y desde entonces voy todos los años. Hemos vacunado a más de 650.000 niños de meningitis, tétanos, cólera y tifoideas. Hemos hecho colegios y coooperativas de mujeres. Es mi mayor satisfacción como médico poder hacer eso. Es algo que no tiene precio.
¿En qué son especialmente buenos los médicos sevillanos?
En Neurocirugía, Neurología y Cardiología Infantil, Cirugía Cardiovascular y Traumatología Infantil. Fue una pena que Farrington y su equipo se fueran del Virgen del Rocío, aunque los tengo yo en mi clínica. De todas maneras, estoy dispuesto a compartirlos. Lo importante no es la sanidad pública o la privada sino que se cure a los pacientes, en este caso, niños con problemas ortopédicos, de cadera o de espalda. Creo que deben colaborar mucho más los hospitales públicos y privados.
Si los pacientes sevillanos que tienen un seguro privado fueran todos a la sanidad pública. ¿Qué ocurriría?
Que se colapsaría. Pero le voy a decir que las condiciones de los médicos que trabajan para las grandes compañías privadas son peores que las de los de la sanidad pública porque éstos tienen su antigüedad y cobran cuando se ponen malos o están de vacaciones. Los de la privada, no. No puede haber en el mercado pólizas a nueve euros y eso se soporta en las espaldas de los profesionales, con sus honorarios. La sanidad «low cost» tiene repercusiones también en la asistencia de los pacientes.
Usted empezó en la sanidad pública.
Sí. Empecé en 1980. Estuve trabajando para pagarme la carrera de Medicina. Mi padre murió muy joven y mi familia me ayudó, pero yo quise buscarme la vida. Estuve descargando barcos y fui entrenador de natación en el Círculo Mercantil. Llegamos a ser los terceros de España. Aprobé la oposición para pediatras y gané una plaza en Linares. Luego me viene al centro de salud del Greco, en Sevilla. Y al año siguiente, hacía diez o quince guardias al mes en el Hospital Infantil. Más tarde fundé con mis dos socios el Instituto Hispalense de Pediatría. En aquella época, la Seguridad Social no tenía tanta gente como ahora.
¿Cómo cree que serán los hospitales y el trabajo de sus profesionales dentro de 50 años?
La tecnología va a ayudar mucho a los médicos en los próximos años. Recuerdo cuando hacían falta quince años para desarrollar una vacuna; ahora se hace en muy pocos años. Todo se va a acelerar. También habrá menos errores diagnósticos pero la clave seguirá siendo el hombre, todos los profesionales. La tecnología ayudará a corroborar lo que diagnostique el médico.